La experiencia y reflexiones de una mamá latina con el proceso de solicitudes para la universidad en Estados Unidos... #universidad #adolescente #collegeapplications
Competimos. Aunque algunas no lo queremos, ni lo pretendemos, siempre habrá quienes nos hagan comentarios que nos hacen parte de esa competencia. Recuerdo las llamadas de una amiga con un hijo apenas unos meses menor que la mía. Tenían menos de un año y me hablaba para ver si mi hija ya gateaba, o decía sus primeras palabras, porque por supuesto el de ella, no solo ya había superado esos detalles, pero además ya sabía pedir libros por Internet.
No faltará quien esté incluso pensando con el título de mi artículo que no fue que yo no quisiera, sino que tampoco iba a pasar, pero de eso no se trata, mejor siga leyendo.
No queremos que nuestros hijos se queden atrás, queremos que triunfen y la presión se intensifica sobre todo aquí en Estados Unidos cuando se van acerando las solicitudes para entrar a la universidad. ¿Por qué? Porque dicen que la competencia es feroz, ¿no? y ¿si el hijo de fulana pudo entrar a Harvard y con beca, por qué el mío no? Como si el nombre de la escuela superior a la que van nuestros hijos fuera una medalla que nos podemos colgar los papas por el trabajo bien realizado. Creo que eso es lo que está mal.
Cuando mi hija tuvo que pasar hace un año por ese proceso de selección, yo decidí hacer bien la tarea. Es decir, ayudarla a tomar una decisión informada. Primero porque su papá y yo no fuimos a la universidad en este país. Segundo porque empecé a darme cuenta que las razones por las que los hijos escogen las universidades no son las lógicas para mi gusto: porque es lo que queremos los papas, por los equipos deportivos, por los rankings, porque mis amigos ahí van, porque sale en las películas, porque en fin qué se yo… Nosotros ante todo decidimos que no estábamos compitiendo con nadie y que ella iba a ir a donde mejor pudiera florecer, explotar su potencial, tener oportunidades de crecer, en donde pudiera brillar, no fuera un número más y fuera a ser feliz. No fue fácil y varias veces, sin querer nos enfrascamos en discusiones del tipo “pero y ¿por qué no aquella que está mejor rankiada?” o dicen que esta otra “es la Harvard del Southwest”…
El caso es que se presentó en más de 10 universidades y pasó en varias. Y creo que su elección no pudo ser mejor. Está en una institución en donde el servicio comunitario, así como los valores y principios son igual de importantes a la exigencia académica, luego tiene una formación muy completa, pero sobretodo, ella se siente feliz y realizada. La medalla no es para mí, hoy es para ella.
Si tienes un hijo en preparatoria y quiere entrar a una universidad en Estados Unidos, quizá te ayude saber algunas de las cosas que hicimos y que resultaron útiles:
- Lo primero: entendí que, así como mi hija no pedía libros por internet a los 10 meses de nacida, quizá no iba a pasar en una de las llamadas IB league University, es decir ni Harvard ni a Yale, pero que eso no quiere decir que sea menos inteligente, que no sea buen estudiante, ni menos que no fuera a tener una carrera exitosa.
- Es más, me di cuenta que tampoco la quería estresada en un mundo académico competitivo feroz y que prefería un college en donde conociera a sus profesores, y pudiera participar en discusiones y debates, que también tuviera tiempo para hacer prácticas y servicio voluntario.
- Estudié sobre las diferentes opciones y diferencias entre escuelas privadas, publicas y las que se llaman de estudios liberales. Para que mi hija pudiera determinar qué tipo le llamaba la atención. No nos dejamos llevar por nombres y marcas, aprendimos a analizar otros factores.
- Realizamos un proceso de preselección realista. Como el tema económico era importante para nosotros, aprendí a calcular los costos con posibilidad de becas por mérito y mi hija solo aplicó a aquellas instituciones generosas que proveen ese tipo de ayuda. Tampoco queríamos que pasara en una institución muy prestigiosa que después no pudiéramos pagar. En todas las que pasó, le ofrecieron beca y estamos pagando lo que habíamos presupuestado.
- Realizamos varias visitas con tours agendados, las primeras sin embargo fueron más turísticas y quizás poco útiles, las ultimas como ya éramos pros, realizamos preguntas más adecuadas y aprovechamos la visita pidiendo las tarjetas de los representantes locales y esas cosas que le fueron muy importantes a la hora de aplicar y que sí marcaron una diferencia.
- Aprendimos a calcular con sus GPA, ranking y calificaciones de SAT y ACT en cuales tenía más posibilidades de pasar y así aplicó a las que más encajaban, con una que otra que resultaba más difícil. Así evitamos frustraciones, con una preselección realista.
- Contratamos una consejera privada que le ayudó a cumplir con las fechas de entrega, a corregir su currículo y los ensayos. Así no fui yo la que me peleaba con esas presiones.
- Es un momento de mucho estrés. Para los adolescentes es la decisión más importante de su vida hasta el momento, hay que entenderlos y ayudarles, pero no imponerles más presión de la que ya tienen.
- Decidimos dejar los rankings de lado, porque son números que al final no nos dicen nada y son calculados un poco mañosamente.
- Para nosotros como papás representaba un choque cultural el tener que dejarla ir tan pronto de la casa, pero decidimos que ella merecía volar y que era una oportunidad de crecer y vivir experiencias que nosotros no tuvimos.
- Con todo y que la apoyé en todo esto y que, si estuve muy involucrada en el proceso, al final fue ella la que eligió. Y no lo hizo a la ligera tampoco. Habló con alumnos de diferentes instituciones, analizó pros y contras y se decidió por aquella en donde sentía poder ser ella misma y se iba a sentir a gusto. St. Edwards University en Austin es perfecta para ella. No se equivocó.
Entonces ahora si para finalizar, permítanme un poquito de alarde. Porque creo que no lo hicimos mal y hoy a un año del estrés, me siento muy feliz con la decisión de mi hija que seguramente cometerá errores, como los cometemos todos, pero que se siente feliz y aprovecha día a día la oportunidad y el privilegio de una magnifica educación. Y yo por supuesto soy una mamá muy orgullosa y tranquila de verla contenta y muy enfocada.
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