miércoles, 15 de marzo de 2017

POR QUE NO QUISE QUE MI HIJA FUERA A HARVARD NI A YALE


La experiencia y reflexiones de una mamá latina con el proceso de solicitudes para la universidad en Estados Unidos... #universidad #adolescente #collegeapplications
 
Competimos. Aunque algunas no lo queremos, ni lo pretendemos, siempre habrá quienes nos hagan comentarios que nos hacen parte de esa competencia. Recuerdo las llamadas de una amiga con un hijo apenas unos meses menor que la mía. Tenían menos de un año y me hablaba para ver si mi hija ya gateaba, o decía sus primeras palabras, porque por supuesto el de ella, no solo ya había superado esos detalles, pero además ya sabía pedir libros por Internet.

No faltará quien esté incluso pensando con el título de mi artículo que no fue que yo no quisiera, sino que tampoco iba a pasar, pero de eso no se trata, mejor siga leyendo.

No queremos que nuestros hijos se queden atrás, queremos que triunfen y la presión se intensifica sobre todo aquí en Estados Unidos cuando se van acerando las solicitudes para entrar a la universidad. ¿Por qué? Porque dicen que la competencia es feroz, ¿no? y ¿si el hijo de fulana pudo entrar a Harvard y con beca, por qué el mío no? Como si el nombre de la escuela superior a la que van nuestros hijos fuera una medalla que nos podemos colgar los papas por el trabajo bien realizado. Creo que eso es lo que está mal.

Cuando mi hija tuvo que pasar hace un año por ese proceso de selección, yo decidí hacer bien la tarea. Es decir, ayudarla a tomar una decisión informada. Primero porque su papá y yo no fuimos a la universidad en este país. Segundo porque empecé a darme cuenta que las razones por las que los hijos escogen las universidades no son las lógicas para mi gusto: porque es lo que queremos los papas, por los equipos deportivos, por los rankings, porque mis amigos ahí van, porque sale en las películas, porque en fin qué se yo… Nosotros ante todo decidimos que no estábamos compitiendo con nadie y que ella iba a ir a donde mejor pudiera florecer, explotar su potencial, tener oportunidades de crecer, en donde pudiera brillar, no fuera un número más y fuera a ser feliz. No fue fácil y varias veces, sin querer nos enfrascamos en discusiones del tipo “pero y ¿por qué no aquella que está mejor rankiada?” o dicen que esta otra “es la Harvard del Southwest”…

El caso es que se presentó en más de 10 universidades y pasó en varias. Y creo que su elección no pudo ser mejor. Está en una institución en donde el servicio comunitario, así como los valores y principios son igual de importantes a la exigencia académica, luego tiene una formación muy completa, pero sobretodo, ella se siente feliz y realizada. La medalla no es para mí, hoy es para ella.
Si tienes un hijo en preparatoria y quiere entrar a una universidad en Estados Unidos, quizá te ayude saber algunas de las cosas que hicimos y que resultaron útiles:

- Lo primero: entendí que, así como mi hija no pedía libros por internet a los 10 meses de nacida, quizá no iba a pasar en una de las llamadas IB league University, es decir ni Harvard ni a Yale, pero que eso no quiere decir que sea menos inteligente, que no sea buen estudiante, ni menos que no fuera a tener una carrera exitosa.

- Es más, me di cuenta que tampoco la quería estresada en un mundo académico competitivo feroz y que prefería un college en donde conociera a sus profesores, y pudiera participar en discusiones y debates, que también tuviera tiempo para hacer prácticas y servicio voluntario.
- Estudié sobre las diferentes opciones y diferencias entre escuelas privadas, publicas y las que se llaman de estudios liberales. Para que mi hija pudiera determinar qué tipo le llamaba la atención. No nos dejamos llevar por nombres y marcas, aprendimos a analizar otros factores.
- Realizamos un proceso de preselección realista. Como el tema económico era importante para nosotros, aprendí a calcular los costos con posibilidad de becas por mérito y mi hija solo aplicó a aquellas instituciones generosas que proveen ese tipo de ayuda. Tampoco queríamos que pasara en una institución muy prestigiosa que después no pudiéramos pagar. En todas las que pasó, le ofrecieron beca y estamos pagando lo que habíamos presupuestado.
- Realizamos varias visitas con tours agendados, las primeras sin embargo fueron más turísticas y quizás poco útiles, las ultimas como ya éramos pros, realizamos preguntas más adecuadas y aprovechamos la visita pidiendo las tarjetas de los representantes locales y esas cosas que le fueron muy importantes a la hora de aplicar y que sí marcaron una diferencia.
- Aprendimos a calcular con sus GPA, ranking y calificaciones de SAT y ACT en cuales tenía más posibilidades de pasar y así aplicó a las que más encajaban, con una que otra que resultaba más difícil. Así evitamos frustraciones, con una preselección realista.
- Contratamos una consejera privada que le ayudó a cumplir con las fechas de entrega, a corregir su currículo y los ensayos. Así no fui yo la que me peleaba con esas presiones.
- Es un momento de mucho estrés. Para los adolescentes es la decisión más importante de su vida hasta el momento, hay que entenderlos y ayudarles, pero no imponerles más presión de la que ya tienen.
- Decidimos dejar los rankings de lado, porque son números que al final no nos dicen nada y son calculados un poco mañosamente.
- Para nosotros como papás representaba un choque cultural el tener que dejarla ir tan pronto de la casa, pero decidimos que ella merecía volar y que era una oportunidad de crecer y vivir experiencias que nosotros no tuvimos.
- Con todo y que la apoyé en todo esto y que, si estuve muy involucrada en el proceso, al final fue ella la que eligió. Y no lo hizo a la ligera tampoco. Habló con alumnos de diferentes instituciones, analizó pros y contras y se decidió por aquella en donde sentía poder ser ella misma y se iba a sentir a gusto. St. Edwards University en Austin es perfecta para ella. No se equivocó.
Entonces ahora si para finalizar, permítanme un poquito de alarde. Porque creo que no lo hicimos mal y hoy a un año del estrés, me siento muy feliz con la decisión de mi hija que seguramente cometerá errores, como los cometemos todos, pero que se siente feliz y aprovecha día a día la oportunidad y el privilegio de una magnifica educación. Y yo por supuesto soy una mamá muy orgullosa y tranquila de verla contenta y muy enfocada.
Si te gustó, compártelo para que le sirva a otros padres. Gracias.

Carta a mis hijas después de la victoria de Donald Trump:


Debo confesar que como mamá quisiera decirles que no se preocupen, porque todo va estar bien. Quiero decirlo, pero no puedo. Y no puedo, porque no lo se. Porque desafortunadamente el resultado de las elecciones recientes en este país ha cambiado las perspectivas de lo que representaba. Porque con el triunfo de Trump, aquellos ignorantes que confunden la educación bilingüe con un tema de migración o que no quieren oír hablar español en el Walmart, esos que tenían guardado su racismo y su odio, se están dando, desde ya, permiso de escupirlo de manera grotesca.
Tú, hija mía que ejercías tu derecho al voto por primera vez con entusiasmo, con la ilusión de que fuera una mujer la que representara tus ideas progresistas y de avanzada, tuviste que chocar contra el muro, no solo ese que pretenden construir en contra de nuestra gente, sino el muro chocante del machismo, del desprecio hacia las mujeres, el que disculpa el acoso sexual y rechaza a las minorías. El muro de la política manipuladora que logró que muchos ignoraran o disculparan comportamientos e ideas peligrosas y destructivas.
Y a ti mi otro tesoro, que apenas comienzas tus años de preparatoria, que apenas distingues la diferencia de las ideas y posiciones políticas, ¿cómo puedo explicarte que en un país lleno de inmigrantes de todas las nacionalidades triunfó un personaje que destila odio, se burla de los demás, es vengativo y que rechaza la diversidad? Y ¿qué te puedo decir si todo el tiempo te estoy hablando en contra de los bullies, que te recalco a diario que hay que ser incluyente, que no debemos rechazar a los demás, que fue precisamente por bully que este señor ganó la presidencia?
Mas triste aun tener que explicarles que en nombre de el cristianismo y de esa fe que con amor hemos querido inculcarles, muchos votaron en contra de lo que les dijeron era el diablo, o el pecado, con un fanatismo miope que no les hace ver que precisamente este personaje representa la maldad encarnada. O acaso ¿qué diría Jesús de sus comentarios racistas? O de su adoración al dinero? O de los afirmaciones sobre querer matar a todas las familias de los terroristas? ¿Eso es ser pro vida? No, yo prefiero creer que mi religión esta basada en el amor y no en el odio y quisiera pensar que nadie quiere revivir la iglesia castigadora y vergonzante de la inquisición.
Vinimos a esta país en un busca de un futuro mejor para ustedes. Buscamos la libertad y la tranquilidad. Soñamos con una sociedad incluyente y hasta ahora así nos habían tratado. Triste pensar que queramos ir hacia atrás. Pero ¿quien dijo que todo está perdido? como canta Mercedes Sosa. Con esta elección si perdimos y perdió el mundo entero. Pero no perdamos la esperanza. Yo no quiero que se callen. Que sepan rechazar la injusticia y luchar por sus derechos, que como dijo Hillary sepan, que aunque “perder duele, nunca deben dejar de creer que luchar por lo que es correcto, vale la pena”.

Mi vida de Pelicula

Hace ya mas de 20 años que partí de Colombia. Recuerdo mis viajes de vacaciones con mi hija mayor cuando tenía 2 o 3 años. Mirábamos por la ventana del avión cuando íbamos a aterrizar y le decía ¿Colombia es?… y ella entusiasmada contestaba: “verde”. A mi siempre me ha emocionado ver a mi país desde arriba. La llegada me representa un vuelco en el corazón: La extensa sabana de Bogotá. Sus campos de flores. Sus montañas. Para mi es lo mío: mi tierra, la que me trae recuerdos, nostalgias, olor a tierra mojada, a ruana, a chocolate y arepa de los domingos, a piquetes en la finca de mis abuelos. Es mi infancia, mi vida. Para mis hijas en cambio, es eso: una vista desde la ventana, un ratico, unas vacaciones, las abuelas, unos primos que están y no están. Es un país que les han enseñado, que les han contado y les dicen hace parte de ellas. Pero es y no es porque solo lo ven así desde una ventana, nuestra ventana …
Son esas cosas las que uno no hace consciente cuando decide partir. Cuando hace maletas por amor y se va con sueños e ilusiones. Cuando se quiere creer ese cuento de los que aseguran que por allá van a estar mejor. Cuando pensaba que seria por unos años, pero 4 se convirtieron en 20 y ya no hay para cuando. Entonces como dicen en México, de repente le cae a uno el veinte: Mis hijas son gringas. Pelean en ingles, su vida es en ingles. Y claro uno racionaliza las ventajas. Ellas tienen una educación de primer mundo. No supieron lo que significaba la palabra secuestro sino por las películas. No oyeron hablar de guerrillas, bombas ni atentados sino cuando los papás veían esos noticieros de allá que poco entendían, ni entienden. Han crecido tranquilas en un lugar seguro. Tienen muchas oportunidades y claro todo eso vale la pena. No lo dudo.
Pero solo hasta ahora hago consciencia que son gringas como las de las pantallas de Hollywood y que resulté en medio de una película sin darme cuenta. Cuando vine por primera vez de intercambio a este país a California, cuando apenas tenia 17 años y no hablaba inglés, solía pararme en la salida del colegio y me sentía en medio de una escena de una película americana. Los muchachos pasaban con sus mochilas y se subían a los buses amarillos y yo estaba ahí, pero era como si estuviera en la sala del cine. A nadie le importaba mi presencia. Yo era extranjera. Eso no era lo mío. Yo iba a regresar a mi país y así fue. Regresé. La diferencia es que ahora sí estoy en medio de esa película . Es mi vida.
Es y no es. No solo porque es otro idioma, lo cual de entrada crea una barrera aunque uno lo hable, pero no le fluye igual. Pero sobretodo porque mi cultura me impide entender muchas de sus tradiciones. Recibo con alegría y abrazo costumbres como la de acción de gracias, con pavo, arándano y puré porque vale la pena celebrar un día para agradecer. Pero sigo sin entender el fútbol americano y me parece cursi el día de san Valentín.
Pero justo por no entender o por estar al margen, mis hijas, las que si son estadounidenses y hacen parte de esta cultura, han tenido que sufrir por la ignorancia de su madre.
En Kindergarten la niña, en lugar de llevar las tarjeticas de San Valentín que venden por todas partes con mensajitos cursis para repartir a sus compañeros de curso, la pobre cargó con unos tarjetones creativos hechos por la mamá con su foto, los cuales no cabían por la ranura de las cajas de zapatos que decoran para la ocasión y tuvo que soportar las risas de sus compañeritos.
Mas recientemente, ya en Bachillerato, la maestra de inglés les pidió que escribieran sobre las tradiciones que tenia su familia para ver el Super Bowl y no le creyó cuando le dijo que ella nunca había visto esos partidos y que menos su familia contaba con tradiciones para verlos. Pero que si quería le podía escribir sobre James, la selección Colombia y los gritos que pega el papá viendo los partidos de Santa Fe, lo mas parecido a una tradición relacionada con el deporte que puede narrar.
Los dramas de las muchachitas de los colegios son muy parecidos a los de High School Musical y el Disney Channel. Las niñas plásticas, rubias casi siempre, le dan portazos a los lockers y le hacen maldades a las que un día son las amigas y al siguiente no. Las populares son las Cheeerleaders y son las novias de los del equipo de fútbol son a las que nombran reinas y princesas de los bailes de las escuelas. Así es. Como en las películas. Esa es la vida de mis hijas, la cual, claro nada tiene que ver con mis días en la Nena Cano, sin lockers, bailes de homecoming, ni cheerleaders, ni proms. Para nosotras, en aquella época, la máxima aventura era que vinieran los niños de la banda del Cervantes, el colegio masculino vecino y que los dejara entrar la Nena, la directora, a tocar un par de canciones.
Ahora con la entrada a la universidad de mi hija mayor me ha tocado aprender de cuestiones que para los nativos son naturales, pero de nuevo, para mi, son toda una novedad. Primero el choque de que ya a los 18 años se va la niña de la casa a vivir a la universidad y luego todo lo que implica solicitar cupos, exámenes , aceptaciones y demás. Para al final dejarla en un dormitorio con gente que apenas conoce, pero llena de sueños y oportunidades maravillosas.
Y entonces, en medio de todo, me doy cuenta que justamente por ser biculturales, mis hijas han crecido con valores familiares y principios mediante los cuales analizan y saben respetar las diferencias , pero escogen sus caminos con la conciencia de su equipaje. Por eso quizá, mientras algunas de sus amigas escogieron presentarse a ¨hermandades¨, esas que llaman sororities ¨ que de nuevo, yo no entiendo y me tiene que explicar miles de veces, y veo, igualitas a las de las películas, en donde tiene que competir con locuras para ser aceptadas , recibir rechazo y ser victimas del matoneo- bully exacerbado, ella, mi hija, prefiere pertenecer en su universidad a un grupo de la gente que vive en su mismo edificio en donde crean comunidad discutiendo sobre un interés común: la justicia social.
Así entonces, aunque esté en medio de una película, esta vida que escogí sin entender demasiado y sin ni ver de lejos, comprendo que me da la oportunidad de poder ofrecerles, ahora sí con conciencia, lo mejor de los dos mundos .

sábado, 16 de mayo de 2015

Qué tal?

Y que tal si dejara de pensar? de analizar? y de buscar?
Qué tal si mi día fuera muy complicado porque tengo que ir al mercado o hacerme el manicure?
Qué tal si fuera vanidosa? ¿si hiciera dietas y fuera al gimnasio?
Que tal si soñara con ser bella y con cirugías plásticas?
Qué tal  si me gustara mas el fútbol que el ballet o el arte?
Que tal si disfrutara del chisme y de hablar de los demás?
Que tal sino leyera y mas bien durmiera?
Que tal si creyera que mis hijas son perfectas?
Sería más feliz?
Sería más normal?
Que tal si fuera menos autocrítica? 
Escribiría mas?
Que tal, que tal?

domingo, 29 de marzo de 2015

Las lecciones de la vida

Esta semana fui testigo de un acto excepcional. Como algunos saben, dirijo una franquicia en El Paso, TX que da clases de arte para niños. Es un programa extracurricular y tenemos varias maestras. Una de ellas es una profesora maravillosa, retirada, a quien desafortunadamente le descubrieron cancer de seno en diciembre. Está actualmente en quimioterapia y su actitud es tan positiva y especial  que esta semana me dio una gran lección. Estábamos por casualidad, en una de sus clases dibujando a Terry Fox, un muchacho canadiense que tuve cancer óseo y le tuvieron que amputar una pierna. Por lo tanto, Yvonne, que así se llama la maestra, tuvo que contar la historia de este joven, y explicar la situación a los niños pequeños, lo cual creí yo iba a ser difícil para ella, debido a su propia experiencia. Sin embargo, no solo lo hizo con la mayor frescura, sino que   resolvió compartir su historia con este grupo de jóvenes estudiantes de 6 a 12 años. Sin ningún prejuicio y con la mayor naturalidad, Yvonne se quitó la peluca mona que llevaba y que le molestaba, para mostrarles como se estaba quedando sin pelo como consecuencia del tratamiento de su enfermedad y el mensaje que les dio fue: A Fox le tuvieron que cortar una pierna y aun así siguió corriendo, a mi se me está cayendo el pelo, pero va a volver a crecer. 

Yo me quedé sin palabras y ella continuo la clase como si nada, ante los ojos de sorpresa de 20 muchachitos. Cuando terminó le di un abrazo y le dije: usted es una maravilla, que privilegio tenerla como profesora. Pero ella se rió y solo comentó: "le aseguro que a esos niños no les va a olvidar nunca la maestra que se quitó el pelo en la clase" y estoy segura que no. Pero a mi tampoco se me va olvida su valentía y su valor. Pero sobretodo como digo, me dio una gran lección sobre la actitud como debemos de tomar las cosas.  Me abrió los ojos para valorar lo positivo y lo relevante que nos presenta la vida.

Es maravilloso encontrar gente tan valiosa en el camino.

martes, 24 de marzo de 2015

Adios Pili



Tuve la fortuna de tener una prima con síndrome de down. Un ser especial que no tuvo todas las oportunidades de desarrollo que los niños que hoy en día nacen con esa condición, tienen. Pili tenia más de 60 años y ayer se despidió para siempre.

Fue siempre una niña como de unos cuatro años, con una vivacidad maravillosa que al final se fue apagando, teniendo que sufrir achaques que su hermana con paciencia y dedicación, pero sobretodo con mucho amor, no solo toleró, sino que siempre buscó la mejor manera de hacerle la vida feliz y llevadera.

Para todos los que tuvimos la fortuna de convivir con ella por un rato, fue una bendición. Nos enseñó tantas cosas que quizá nos nos dimos cuenta, detalles que ahora, con la tristeza de su partida, las veo:

- Nos enseñó que siempre, no importa donde estemos, vale la pena cantar y bailar si oímos esa canción que nos gusta... "Volare... oh ohh... cantare ohhh..."

- A pesar de sus limitaciones, nos dejó de herencia un lenguaje lleno de sabia ternura... "Esa macelita si sabe."

- Cuando mi hija tenia apenas un año o dos pudo disfrutar de Pili como compañera de juegos, fuimos a espectáculos, parques y eventos y creo que fue para ella una excelente experiencia, porque veía como lo mas natural a su prima, una niña con capacidades diferentes, con una mirada ingenua y sin pre concepciones que muchos adultos no aprendemos porque se nos hace fácil juzgar y criticar lo que no conocemos o es simplemente diferente.


- A veces aunque pareciera no estar poniendo atención a las conversaciones, Pili salía con el apunte perfecto, por eso nunca debemos subestimar a nadie, porque los consejos mas sabios pueden venir a veces de quien uno menos lo espera... "ah manija" (bandida).


- Muy típico de la familia es el sentido del humor, y Pili lo manejaba con maestría. Con una risa picara que llenaba toda su carita y apretaba los ojos, se burlaba de uno sin compasión. Lo que nos confirma que siempre es mejor saberse reír de si mismo, porque así la vida es mas llevadera.


- Con una sensibilidad enorme, sabia reconocer Pili a la gente que la quería. Ademas con maravillosa memoria reconocía a la gente con su nombre, así los hubiera conocido tiempo atrás. Y qué importante saber reconocer a la gente que lo quiere a uno bien, porque a veces cometemos errores y sufrimos por cuenta de esa gente que solo pretende ser tu amigo por un rato.


Es verdad Pilita siempre nos sorprendió con sus apuntes y disfrutamos mucho cuando la vimos feliz, cantar y bailar. Por eso nos duele verla partir, pero nos alegra que pueda volver a ser una niña feliz. Como dijo una amiga de la familia: " Me gustaría creer que su maravillosa mamá estará feliz de tenerla a su lado", y así lo espero, que mi tía ejemplar ya la haya recibido allá en el cielo, con un fuerte abrazo. Aquí disfrutaremos con su recuerdo. Bueno que zao Pili y gracias, muchas gracias.

jueves, 25 de abril de 2013

Algo sobre la gente que a mí me gusta


A mí, como a Mario Benedetti, “Me gusta la gente que vibra, que no hay que empujarla, que no hay que decirle que haga las cosas, sino que sabe lo que hay que hacer y que lo hace”. Me gusta la gente que es consecuente con sus principios, que actúa de acuerdo con lo que cree y que no solo pregona, sino que sin pretensiones, es.  Una cualidad más difícil de encontrar que lo que uno quisiera.

No es consecuente la publicidad, como no lo es la política. Pero tampoco lo son las mamás que aseguran tener reglas muy estrictas en su casa y conocer todo sobre sus hijos, cuando en realidad sus hijos se presentan en las redes sociales o a sus espaldas con otro tipo de valores.
Con los años se va haciendo uno más exigente con la palabra amigo. Amigos no son los del Facebook, ni los conocidos por las circunstancias. Mis amigas, las de verdad, son capaces de abrir su alma, compartir sentimientos, y profundizar más allá de una taza de café o de los temas de la crianza.

Me gusta la gente franca, que expresa lo que siente y lo que piensa, que no se acomoda, sino que es capaz de sostener su opinión con argumentos y hasta de criticar mis  decisiones con un sentido de justicia.

Me gusta la gente con sentido del humor, aquellos que son capaces de reírse de sí mismos y que saben hacer reír con inteligencia. Que se divierten y saben enfrentar la vida con positivismo.  Los que disfrutan del momento y de las pequeñas cosas.

No me apantallan los que tienen mucho, ni menos los que lo pregonan, no quiero ser como ellos. Prefiero a los que son generosos con su tiempo y a los ricos en conocimientos, a los ricos de corazón y a los que viajan no para demostrar su riqueza, sino con ánimo de adquirir cultura.

Me gusta la gente que trabaja y que ama lo que hace. Los que saben imprimirle pasión a sus trayectos.

Me gusta la gente que disfruta del arte,  de la música, de un buen libro, del café con aroma y charlado y por supuesto los que saben compartir un buen vino.

Me gusta la gente así, sin pretensiones.